Comúnmente para historiar casos cinematográficos hace falta primero una Historia donde se dé la posibilidad de, entre otras condiciones, echar un ojo a las películas, dirigirse a uno u otro historiador y definirse como espectador. Hay casos, pero, en los que el cine habla de sí mismo, que presentan una Historia del Cine, y, por lo tanto, se dirigen a los espectadores e incluso a los historiadores sin determinarles. ¿Podrían estos casos, aparentemente dispuestos a partir de un (supuesto) interior del cine, rechazar predicaciones definitivas sobre lo que aún se denomina Historia del Cine?